viernes, 20 de febrero de 2009

El euro,la moneda de moda

La fortaleza del euro impulsa la globalización inmobiliaria

Juan Antonio Gil Suárez · 04-01-08

El año 2007 confirma la estabilidad monetaria de los países de europa del este que integrarán la zona euro, que van incorporándola como moneda propia y ayuda a la inversión inmobiliaria.
Nos ha llevado a olvidar nuestra familiar peseta y aunque para algún ministro de economía aún nos falta ‘interiorizarla’ se ha convertido en la moneda más deseada del sistema internacional en el 2007 (tanto para las estrellas del cine americano, que quieren sus contratos con esta divisa; como para las estrellas del petróleo, que prefieren el ‘petroeuro’ al ‘petrodolar’). Pero como inversores, ha proporcionado un bajo riesgo de los cambios de divisa y la eliminación de sus costes de conversión, creando mercados financieros profundos que aprovecha el inversor inmobiliario.
Como la economía europea depende fuertemente de exportaciones intraeuropeas los beneficios no pueden ser subestimados, especialmente en países cuyas monedas tradicionalmente tenían significativas fluctuaciones, como las naciones mediterráneas y las del este. La Eurozona incrementa en gran medida el área de inversión sin riesgo de tasa de cambio. Además, se eliminan los costes asociados a las transacciones bancarias entre divisas, que previamente constituían un gasto tanto para los individuos como para las empresas cuando cambiaban de una moneda a otra. Es difícil cuantificar dicho coste, pero algunas fuentes lo cifran en aproximadamente un 0,5% del PIB.
Estos dos puntos hacen que países con una economía emergente próximas a la influencia de la eurozona busquen en el euro una flexibilidad y liquidez en los mercados financieros de la que anteriormente carecía. Además esperan un incremento en la competencia y la disponibilidad de productos financieros a través de la unión que reducirá sus costes para las empresas y posiblemente también para los consumidores individuales. Los costos asociados a la deuda pública también disminuirán. Provocando a su vez una mayor amplitud de los mercados financieros que conlleva a un incremento de la capitalización e inversión bursátil. Todo ello favorece las concentraciones empresariales transnacionales dentro de la zona euro, facilitando la aparición de instituciones financieras y de negocios mayores y más competitivos.
Desde su inicio, una evolución creciente
La historia del euro se inició el 15 de diciembre de 1995 en Madrid, cuando los estados miembros de la Unión Europea acordaron la creación de una moneda común europea –con su denominación de "euro"- con fecha de puesta en circulación en enero del año 2002. El primer paso en la introducción de la nueva moneda se dio oficialmente el 1 de enero de 1999, cuando dejaron de existir como sistemas independientes las monedas de los once países de la Unión que se acogieron al plan de la moneda única, la denominada zona euro: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal. A esta lista inicial de países se les ha unido Eslovenia, Austria, Grecia, Finlandia, siendo así la moneda de curso legal en quince de los veintisiete estados miembros, así como en otros estados y territorios europeos, como San Marino, Andorra, Mónaco, Ciudad del Vaticano, Montenegro, Kosovo e informalmente en Bosnia y Bulgaria. Circula asimismo en varios territorios franceses de ultramar como Guayana Francesa, San Pedro y Miquelón, Guadalupe, Martinica, Mayotte y Reunión.
Y la lista de países se incrementará en próximas fechas de acuerdo con las previsiones actuales, donde la incorporación del Euro en los países miembros de la Unión Europea esta prevista para Malta y Chipre (1 de enero del 2008); Eslovaquia (1 de enero del 2009 ); Lituania (1 de enero del 2010 o del 2011); Estonia y Bulgaria: 1 de enero del 2011 o del 2012; Letonia Y República Checa (no antes del 2012); Polonia (no antes del 2013); Rumania y Hungría (después de 1 de enero del 2014). Aunque, es la evolución económica de cada país la que va marcando el ritmo real de adaptación.
La globalización de la inversión inmobiliaria
Como se ve en el listado, todos los países del Este europeo se quieren incorporar a este mercado único. Una carrera que países como Rumania y Bulgaria ya iniciaron en los años noventa cuando superadas sus crisis financieras y sus problemas de pago de la deuda externa, aceptaron coordinar su política monetaria con el UE, con el fin de alcanzar la meta de la pertenencia a la EMU (Unión Monetaria Europea) entre 2012 y 2104; pasando por el ingreso como socio comunitario del pasado 1 de enero de 2007. Eslovenia ha tenido una carrera más corta pero más rápida, siendo el primero de la clase en cumplir los criterios de la ‘Eurozona’ y por este motivo ya comenzaron a pagar con la moneda única en esas misma fecha. "Eslovenia ha hecho aplicadamente los deberes que le marcó el Banco Central Europeo, pero al ser un país pequeño su entrada no tendrá tanta repercusión como la que generen otros mercados", explica Jaime Fúster, socio de Garrigues en Europa del Este. Esta analista, junto a sus colegas piensan que el proceso de expansión de la moneda única creará una gran familia financiera en continuo crecimiento que tendrá como consecuencia directa una inversión inmobiliaria más fiable y globalizada..
Y este efecto globalizado no ha caído en saco roto para las principales inmobiliarias españolas: Acciona, Habitat, Fadesa, Grupo Lar, Gestesa, Riera, Recesa, Agofer y Lubasa, que han tomado como principal línea de inversión donde sacar la rentabilidad que ya no encuentran en los mercados nacionales en Europa Central y del Este: Polonia, Chequia, Hungría, Rumania y Bulgaria principalmente.
Son países que ya trabajan coordinadamente sus políticas monetarias con el UE y esto además de incrementar la seguridad en el sector financiero tiene sus ayudas directas: “Con la ayuda de los fondos europeos y su previsible integración en la zona euro, el desarrollo que experimentarán estos países será similar al que vivió España hace unos años», apunta Joaquín Madrigal, director de la división internacional de Gestesa. Además, máxime cuando los mercados de Europa del Este adopten la divisa europea.
El pertenecer a la 'Eurozona' tendrá como primera incidencia directa tomar como principal índice de referencia en el mercado hipotecario al EURIBOR, con sus ventajas. “El tipo de interés será más bajo que el que utilizan ahora estos países, así que, siempre que se mantenga el nivel del precios, se le facilitará a la población local la posibilidad de adquirir una vivienda. En Rumanía, por ejemplo, el tipo de interés asciende al 8%, cuatro puntos por encima del índice europeo, un porcentaje que algunos empresarios consideran excesivo”, señala Rocío Carrasco, delegada para Europa Central y del Este de HVB Group-Banco Popular.
Con un mercado hipotecario en expansión, iniciado hace un par de años, la entidades bancarias se han situado en este nuevo escenario -con un euro predominante y con mínimo riesgo de inestabilidad monetaria- y han apoyado la dinámica financiera facilitando las operaciones corporativas y en Bolsa, de tal forma que invertir en países como Polonia, Hungría y Rumania será análogo a realizarlo en cualquier país del occidente europeo.
“La inversión inmobiliaria española es muy fuerte, pero se acelerará todavía más", subraya el jurista Jaime Fúster. Donde el inversor español es además un valor añadido, pues aporta “...mucho en capacidad de gestión. Internacionalmente el español está muy bien valorado porque une el conocimiento técnico a la creatividad. Los grupos españoles se perciben como muy organizados y con un potencial financiero muy fuerte y también el idioma español se va convirtiendo en un idioma internacional”, señala. Ha esto hay que añadir el punto de vista de Alfonso Munk, responsable para España y Portugal del banco de inversión Morgan Stanley Real Estate, que ve en la inversión inmobiliaria una fuente dinamizadora de la economía del país donde se instala, generando empleo y servicios. “Las promotoras españolas cuentan con un exceso de liquidez y buscan mercados con más recorrido que el propio para canalizarla”; dando prioridad a “economías emergentes en la zona euro”.
Una inversión extranjera que se verá ayudada “por los recursos económicos de cohesión”, como señala Rafael Seco, director del departamento internacional de Agofer, si bien “las economías en transición de estos países tienen que recorrer todavía un camino largo y duro”. Piensa que operar con una divisa común eliminará ciertas inquietudes: “evitar comisiones de cambio y fluctuaciones, y utilizar físicamente el euro nos facilitará las transacciones”. Si bien a largo plazo, junto al marco financiero se debe analizar las características del mercado.

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